¿Quién alguna vez no ha tenido o
escuchado hablar de un mal jefe? Ese jefe negrero, abusador, explotador,
ese que pareciera que goza abusando de su cargo y generando un mal clima
laboral. La verdad es que Chile está lleno de ellos, seres que se olvidan que
todos somos personas y que solo por el hecho de tener alguien a su cargo se
creen de un nivel superior... qué error más grande.
Este es uno de los motivos por los
que muchas empresas sufren grandes problemas de comunicación
interna, estos seres divinos y superiores se olvidan que para que exista
una buena comunicación esta debe fluir en todos los sentidos y no solo desde
arriba. No todo gira en torno a las ordenes.
Según Rafael Muñiz, en su libro Marketing en
el siglo XXI nos dice “En cuanto a los tipos de comunicación interna,
podemos hablar de dos: ascendente, que se realiza desde abajo hacia arriba en
el organigrama de la empresa; y descendente, que tiene lugar desde
arriba", a lo que agrega: "A
menudo, muchas empresas caen en el error de convertir su comunicación en algo
unidireccional, donde los trabajadores son meros sujetos pasivos, debemos
recordar que el diálogo entre la dirección y los trabajadores ha de ser
constante. El feedback es fundamental en este tipo de comunicación. Y decimos
esto porque todavía existen compañías que confunden la comunicación con la
información”.
Es por eso que los procesos
no fluyen como debieran, el personal se aburre, abandona, desencadenando un ir
y venir, una rotación de personal enorme, ¡Y así la cosa no funciona! La
recomendación de Rafael Muñiz es que “Para aumentar la
eficacia del equipo humano, verdadero artífice de los resultados, ha de
sentirse a gusto e integrado dentro de su organización y esto sólo es posible
si los trabajadores están informados, conocen los diferentes entramados de la
compañía, su misión, su filosofía, sus valores, su estrategia, se sienten parte
de ella y, por consiguiente, están dispuestos a dar todo de sí mismos. Además,
no debemos olvidar que la comunicación interna ayuda a reducir la incertidumbre
y a prevenir el temido rumor, un elemento muy peligroso para las compañías”.
Por eso, si algún día, le
toca ser jefe no contribuya con el aumento de estrés en el país, que su
filosofía no sea “No oigo, no oigo, soy de palo, tengo orejas de pescado”
escuche, atienda las necesidades de las personas que tiene a cargo, recuerde
“son personas” al igual que usted, respiran, comen, sienten, piensan.
No sea patrón de fundo, recuerde que hay
alguien mirándonos y que en la vida todo va y viene y como dice
Bernardino Rebolledo: "No sabe más el que más cosas sabe, sino el
que sabe las que más importan."
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